martes, 19 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DE PADRÉS, TERMINA EN ICIA.

LA RENUNCIA DE PADRÉS, TERMINA EN ICIA. En estricto sentido Guillermo Padrés ya renunció. De hecho, debe dudarse de que alguna vez haya pensado en gobernar los destinos del estado de Sonora. Cuando fue aspirante a gobernador, que para eludir la ley se presentó como Guirellmo Pradés, o algo así, renunció a presentarse como un aspirante justo y legal a gobernador. Cuando sucedió la tragedia de la bodega-guardería ABC, que mandó a sus huestes a provocar y a zopilotear sobre la tragedia, para obtener ganancias políticas del dolor de todos, renunció a ser un gobernador con autoridad moral, con estatura ética. Cuando, ya sentado en palacio, sucedieron las primeras manifestaciones de protesta (motivos no faltan), que decidió enfrentar aumentando los decibeles de las bocinas de palacio, con tal de no oír los molestos gritos de la protesta ciudadana, renunció a escuchar; y un gobierno que no escucha, que no oye, que es de palo, que tiene orejas de pescado, es un gobierno que ha renunciado a gobernar. Cuando, siendo evidentes los signos de corrupción y de desorden generalizado en su equipo de trabajo, declaró que no habría cambios en su gabinete, pues “quien llegó conmigo se irá conmigo”, renunció a corregir el rumbo. No es, el grupo que ocupa la administración pública sonorense, un equipo de gobierno, sujeto a premios y castigos de acuerdo al desempeño: es una banda de la que, como en la mafia, nadie puede salir; todos saben demasiado. Quien renuncia a corregir, renuncia a gobernar. Cuando decidió que su estrategia política, con miras a las elecciones de 2012, sería una estrategia de confrontación, y sólo de confrontación, renunció a gobernar para todos. Decidió gobernar para los beneficiarios directos de los puestos de gobierno. Desde entonces, la administración sonorense vive atrapada en la cárcel de confrontación que decidió erigir en torno suyo. Desde la soledad nadie gobierna. Esos que lo rodean, señor Padrés no hacen compañía, son los que lo mantienen solo. Cuando, llevado por la ambición electoral de obtener mayoría en el Congreso local, decidió dividir a los sonorenses, confrontando desde el poder a los ciudadanos del sur del estado, renunció a la conciliación que es objetivo de cualquier gobierno. Cuando declaró que “Sonora es pura alegría”, estando inundadas las calles de inconformes con el robo que significan sus designios fiscales, renunció a asirse a la realidad. El Sonora de caramelo no necesita gobierno. Cuando mandó a sus provocadores a enfrentar las protestas ciudadanas contra el renovado cobro de la mal disfrazada tenencia; poniendo en riesgo la integridad física de provocadores y provocados, todos ellos supuesta materia de gobierno, renunció entonces a procurar la paz, y eso es renunciar a gobernar. Usted, señor Padrés, tantas veces y de tantas formas ha renunciado a gobernar, que sólo le falta poner eso en papel. Renuncie al cargo. O sígale como va, y deje que siga gobernando la inercia. Ella, la inercia, no gobierna sola: su procuradora es la sevicia, su tesorera es la avaricia, su secretaria de gobierno es la impericia, su contralora es la impudicia, a sus tribunales los preside la inmundicia. Todas ellas, junto con otras que también terminan en “icia”, se entienden bien; van bien, van muy bien.

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