martes, 4 de octubre de 2011

Propuesta legal para establecer “Pase automático:HECTOR FROYLAN CAMPOS MACIAS ”

Propuesta legal para establecer “Pase automático” de la preparatoria a la universidad


Propuesta legal para establecer “Pase automático” de la preparatoria a la universidad


ANTECEDENTE

Aldo creció con el anhelo de ser médico. Cuando niño, sus travesuras, sus juegos, sus pasatiempos, invariablemente giraban en torno a un imaginario horizonte: la medicina. Tampoco era casual. Una gran parte de sus familiares son trabajadores en alguna institución de salud. Desde chico, Aldo mostró aptitudes y cualidades natas como buen estudiante. No era el clásico “machetero” (así se le conoce al alumno que se la vive estudiando), pero sí dedicado a sus tareas. Tiene un talento especial que siempre lo llevó a sobresalir entre los mejores del aula. Desde la primaria hasta concluir la preparatoria, Aldo obtuvo excelentes notas. Promedios de aprovechamiento que a cada fin de curso rondaban casi en los dieces. Así, apenas concluyó su bachillerato, Aldo sacó ficha para realizar el examen en la Escuela de Medicina de la Universidad de Sonora. Estaba plenamente seguro de que con esa calificación de 9.8 obtenida en la prepa, tenía prácticamente un pié dentro de la facultad. Gracias a su condición económica estable, pudo costear con el apoyo de sus padres, el pago para la prueba de ingreso, así como el viaje a la capital del estado. El joven obregonense acariciaba por fin uno de sus más preciados sueños: estudiar medicina y graduarse como doctor. La carrera en la Unison ciertamente era una de las más demandadas por la población estudiantil que egresaba de las preparatorias. De las 900 solicitudes, ni siquiera un 10% de los aspirantes serían los elegidos. Cuando Aldo verificó la lista de los aceptados, no podía creerlo: su nombre no apareció por ningún lado. A diferencia de sus compañeros, nunca se preocupó por buscar otras alternativas. Sacar ficha en alguna otra institución de educación superior. Le parecía inaudito el saberse rechazado. ¿Cómo era posible que a un estudiante con esas calificaciones se le privara de la oportunidad de estudiar lo que tanto había anhelado? ¿Cuál fue el criterio o rasero con que la autoridad universitaria eligió a los futuros profesionales de medicina? Nunca lo supo. Nunca se lo informaron. Aldo acabó afectado por una fuerte depresión. Se sentía frustrado no sólo por el hecho de haber sido rechazado, sino porque tampoco encontraba una respuesta tangible a esta inaceptable realidad. Al final del día, se enroló en las filas del empleo temporal y decidió seis meses más tarde ingresar a la carrera de Psicología en el ITSON. Hace unos meses presentó con éxito su examen profesional. Es todo un Psicólogo. Casi, casi un médico.

EXPOSICION DE MOTIVOS

La de Aldo, es la historia de miles y miles de jóvenes sonorenses –y obviamente, en general de millones de mexicanos— que egresan del sistema de educación media superior y por alguna razón ajena o circunstancias diversas sufren la decepción de su vida cuando no son aceptados en la carrera que eligieron estudiar en las instituciones universitarias.
El fenómeno cobra tintes dramáticos –traumas familiares, por decir lo menos— si se trata de alumnos que gracias ya a su innato talento; ya por su empeño y dedicación cotidiano en las aulas, obtuvieron sobresalientes calificaciones que, al final del día, no se tomaron en cuenta o bien resultaron notas insuficientes para promediarles favorablemente la prueba de admisión (Escoba, le llaman en algunas partes al Examen de Habilidades y Conocimientos Básicos) a la carrera que deseban cursar.
En un lenguaje llano, esto significa para los jóvenes un doloroso revés a su afán por empezar a construir un proyecto de vida. Y bueno, se trata de un fenómeno recurrente al que las instituciones de Educación Superior (fundamentalmente la Universidad de Sonora) han dado una salida alternativa ofreciendo, como segunda opción, un plan de estudios distinto.
Sin embargo, esta estrategia no parece ser la más óptima porque el alumno que entra a una carrera diferente acaba por enrolarse como prospecto natural a las filas de la deserción.
Así pues, siendo la educación un derecho fundamental y un bien público, es que se precisa impulsar políticas que garanticen que toda la sociedad tenga acceso a sus beneficios. Por todos es sabido que a través de la educación las personas mejoran sus condiciones de vida, sus expectativas de inserción productiva y sus ingresos, además de ampliar sus posibilidades de movilidad social.
En nuestro país, la ausencia de una política de Estado en el ámbito educativo acusa un serio despropósito: de cada 100 niños que entran a primaria, solo 12 egresan del nivel superior.
Un dato alentador, acaso, sería que en el nivel de escolaridad básica más del 96% de quienes tienen entre 15 y 29 años de edad saben leer y escribir, y el promedio de escolarización es ya de casi 9 años.
No obstante, sobre esta venturosa circunstancia, hay otra que desafortunadamente echa por tierra cualquier asomo de triunfalismo: el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) recién acaba de presentar un análisis sobre la situación del nivel medio superior y en el que revela que 19 millones 275 mil 600 jóvenes entre 15 y 29 años carecen de bachillerato.
Y la deserción escolar va in crescendo: de los muchachos y muchachas entre 15 y 17 años que ingresaron a la preparatoria hace tres años, un millón 872 mil largaron libros, pupitre, uniformes y aulas, lo que representa un 48% de la matrícula global que fue de 3 millones 923 mil 822 alumnos.
El dato más preocupante es que Sonora aparece como el segundo estado, después del Distrito Federal, donde se documenta un mayor abandono escolar, con un 22.5% de la inscripción total en el sistema de bachillerato. Esto significa que de los 36 mil estudiantes de reciente ingreso a cualquiera de los más de 250 planteles de preparatoria que hay en la entidad, más de 8 mil conforman el probable universo de desertores, si se atiende la estadística del INEE.
Algunos expertos sostienen que la deserción escolar está ligada, primordialmente, a causas como la falta de recursos económicos, desinterés por la escuela, embarazos y la incorporación de jóvenes en las actividades ilícitas.
Al panorama antes descrito, es preciso añadir el reiterado diagnóstico que ubica a la Educación Media Superior (EMS) en México, como uno de los niveles educativos que enfrenta serios rezagos tanto en cobertura, calidad y la falta de una identidad definida que permita articular un nuevo marco curricular e integral entre los subsistemas, requisito indispensable para lograr que exista una mejor educación, de más calidad, con eficiencia terminal y sobre todo que de respuesta a los niveles de desarrollo que reclama la sociedad.
Con frecuencia, los gobernantes y políticos sostienen que la EMS puede contribuir de manera decisiva a la construcción de una sociedad crecientemente justa, educada y próspera, así como el impacto directo que puede tener en el fortalecimiento de la competitividad individual y colectiva en el mundo actual, ya que es un recurso para combatir la desigualdad social y escapar de la pobreza. Y tal vez no les falte razón.
Pues bien, el propósito en esta sucesión de ideas que en realidad trata de poner en el centro de la atención al estudiante, es plantear a los diputados y diputadas de la LIX Legislatura del Honorable Congreso del Estado la urgente necesidad de empezar a construir un modelo educativo que busque revertir causas y efectos de los fenómenos que afectan a la EMS y que constituyen también, tal y como lo demuestra la historia de Aldo, un freno en las aspiraciones y anhelos de los egresados del bachillerato.
Sí: mientras científicos, expertos, maestros, gobernantes, legisladores, sindicatos y demás involucrados terminan de ponerse de acuerdo sobre la propuesta de ampliar la obligatoriedad de la educación a 15 años, bajo un esquema curricular cualitativamente novedoso que transforme las habilidades y capacidades del alumno; aquí, en Sonora, se propone establecer un régimen de estímulos y reconocimientos para todo aquel alumno que al final del bachillerato acredite un aprovechamiento de excelencia.
La propuesta que el suscrito pretende impulsar, no tiene más propósito que justipreciar, valorar y privilegiar el talento, empeño, dedicación y esfuerzo de la juventud estudiosa que, muchas veces sorteando toda clase de limitaciones y dificultades, se abre paso para construir un proyecto de vida futuro que en ocasiones se trunca por situaciones ajenas, la discrecionalidad de criterios academicistas o sencillamente por no tener los recursos económicos disponibles.
En ese sentido, esta iniciativa ciudadana está encaminada a promover una reforma a la Ley de Educación del Estado de Sonora para que todo aquel alumno que egrese de la preparatoria con un nivel aprobatorio de excelencia (9.5 en adelante como promedio de calificación en los tres años, podría ser un punto de partida en el probable análisis de los niveles de aprovechamiento escolar) quede exento del pago de examen e inscripción en la carrera que elija en cualquiera de las universidades públicas del Estado.
La idea es que al alumno se le aplique la prueba Escoba (Examen de Habilidades y Conocimientos Básicos) única y exclusivamente para solventar el requerimiento normativo en las instituciones de educación superior. Es decir: que no sea un requisito que acote o le abrogue el derecho de tener su espacio asegurado en la carrera universitaria que desee estudiar.
Establecer por ley esta prerrogativa para los preparatorianos, supone un elemento que seguramente incentivará el interés entre la población juvenil sabedora de que al final de la instrucción escolar prevocacional, su dedicación y entrega le habrá de asegurar un promisorio horizonte en su vida con el ingreso a la Universidad sin mayores obstáculos. Obviamente, al interior de los planteles podría generar también una sana e invaluable competencia por escalar los niveles de aprovechamiento. En un futuro, situándonos en el umbral de una utopía, los campus de las escuelas superiores estarían convirtiéndose en receptores de talentos y cerebros que inexorablemente contribuirían a prestigiar el nivel académico de las universidades sonorenses. ¿Acaso no es éste el ideal y fin de toda institución académica?

Propuesta legal

(*) DE LOS ESTÍMULOS A LOS ALUMNOS DE EXCELENCIA.

ARTÍCULO **.- Los alumnos egresados de instituciones públicas de educación media superior que hayan obtenido, durante el bachillerato, un promedio general igual o mayor a 9.5, en la escala sobre 10, o igual o mayor a 95, en la escala de 100, según corresponda para cada subsistema, tendrán derecho preferente y pase automático para cursar la licenciatura, ingeniería o grados equivalentes de las distintas disciplinas que se impartan en la Universidad de Sonora, debiendo decidir únicamente por una opción de entre las que ofrece esta máxima casa de estudios.
En aquellas carreras de gran demanda entre los educandos, tendrán derecho preferente quienes hayan obtenido 10 o 100, según las escalas señaladas anteriormente, debiendo recorrerse este derecho en orden descendente, para el caso de que hayan sobrado espacios.
Los alumnos que acrediten hacerse acreedores al estímulo señalado en el presente artículo no estarán exentos de presentar el o los exámenes que la Universidad exige pero únicamente servirán para el efecto de identificar las áreas de oportunidad que deberán fortalecer, en cuanto a conocimientos, para cursar, oportunamente, la carrera universitaria que eligió sin que la calificación obtenida en dichos exámenes represente una limitante para cursar su educación profesional.

ARTICULO **.- Los costes inherentes al pago de inscripción, colegiaturas y examen de admisión para los alumnos que tengan derecho a beneficiarse del estímulo señalado en el artículo anterior, serán sufragados por el Gobierno del Estado, quien deberá prever, anualmente en el proyecto de presupuesto de egresos del Gobierno del Estado, los recursos suficientes para dar efectivo cumplimiento a las disposiciones de este capítulo. El Congreso del Estado deberá, al menos, respetar la cantidad de recursos proyectados por el Ejecutivo Estatal en esta materia pudiendo, en su caso, incrementar el monto de los mismos para ser destinados a otros conceptos de apoyo a los alumnos de excelencia.
La Universidad de Sonora deberá comunicar a la Secretaría de Educación y Cultura, oportunamente, de la cantidad de personas que se beneficiarán en la institución con el estímulo señalado en este capítulo. La Secretaría de Educación y Cultura realizará la transferencia íntegra de recursos a la Universidad de Sonora, en una sola exhibición, dentro de los siguientes quince días hábiles, contado a partir de la recepción de la comunicación señalada en este párrafo.

TRANSITORIOS
ARTÍCULO PRIMERO.- El presente Decreto entrará en vigor el día de su publicación en el Boletín Oficial del Gobierno del Estado.

ARTICULO SEGUNDO.- En el proyecto de presupuesto de egresos del Gobierno del Estado para el ejercicio fiscal del año 2012, deberán preverse los recursos suficientes para garantizar el efectivo cumplimiento del estímulo previsto en las disposiciones contenidas en el presente Decreto.

(*).-El texto del articulado será replicado en las leyes orgánicas de las demás instituciones autónomas, así como en los decretos de creación del resto de las universidades y tecnológicos públicos del Estado de Sonora.


Atentamente

HECTOR FROYLAN CAMPOS MACIAS
HERMOSILLO, SONORA, VERANO DEL 2011

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