sábado, 15 de octubre de 2011

Por ese México, yo me sumo.


Mi visión consiste en hacer de México el país donde las posibilidades rebasen lo que hoy, nosotros mismos vemos, creemos y valoramos. Un país que reconozca sus propias posibilidades en cada hombre, mujer y niño que habite en el territorio nacional y para todos aquellos que lleven en su sangre el nombre de México.
Por ello Me sumo.
Me sumo a proyectar un México integrador.
Un país que integre la diversidad humana con el medio ambiente. Un hogar de respeto a la tierra, a las culturas, al legítimo derecho de vida de los pueblos. Frente a quienes clausuran las posibilidades del mundo, aniquilando sistematicamente el entorno y la diversidad étnica, social y cultural, sumémonos a construir un México en positivo.
Por ese México Me sumo.

DF es más

En los sucesivos cargos que ocupé, he tenido siempre en mente la necesidad de construir un espacio público efectivo, con derechos plenos y una relación de vida plural e incluyente, es decir un espacio de convivencia que promueva el valor de la cohesión y la integración social.

El objeto de un dirigente electo, considero, no es desarrollar obra pública a la manera de un frío monumento a la memoria de un gobierno, sino abrir las posibilidades al habitar; extender el beneficio del hogar y la sana convivencia que se produce cuando hay un ingreso, pero también, la seguridad de un espacio y un medio ambiente para disfrutarlo.

Los esfuerzos de sus habitantes y de su Gobierno, en los últimos años, han impulsado la construcción de una Ciudad más habitable, una Ciudad con más servicios, seguridad, vivienda; derecho a la educación, al trabajo, a la salud; derechos sexuales y reproductivos; derecho a la igualdad y a la no discriminación; acceso a la información y libre expresión de las ideas; acceso a la justicia y con ello, a la integridad, libertad y seguridad personales; entre otros.
Así es como hemos logrado avanzar en nuestra tarea: supimos sumar por una mejor Ciudad.
Y por ese México, yo me sumo.

La década de los años sesenta, la época en la que la juventud sembró los anhelos de una vida con libertad, derechos y sin los excesos del poder económico y político, fue también mi primera década de vida. Hasta la fecha, me alcanza con la fuerza de sus ideas y acciones; heredé la certeza de que a través de cada uno de nosotros habla un pueblo, un mundo, una época que se recibe desde el hogar y se transforma en las plazas y las avenidas, en la escuela y en las universidades.

Ese interés por las relaciones de vida de los pueblos me llevó a estudiar en el Colegio de México y en el extranjero. Al iniciar mi carrera pública, ya me animaba mi más fuerte convicción: México puede alcanzar un sólido y pleno desarrollo si hace de su diversidad étnica, social y cultural, su mayor fortaleza; si logra garantizar el mandato de las mayorías, sustentado en el respeto y derecho pleno de las minorías; si logra conjugar un marco de relaciones donde esa diversidad encuentre sus propias vías de expresión.

Son estos los ideales que me conducen desde la Secretaría General del entonces Departamento del Distrito Federal en 1992 y brevemente, como subsecretario de Relaciones Exteriores de 1993 a 1994, hasta resultar electo diputado en 1997; desde la fundación del Partido de Centro Democrático hasta el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en Alianza por la Ciudad de México; y finalmente, hasta hoy, como Jefe de Gobierno de mi Ciudad natal.

En todo momento, llevo conmigo la idea de una diversidad que se expresa en su gobierno; una Ciudad y un México de derechos para todas las mujeres y los hombres, jóvenes y adultos mayores que llamamos en común a esta tierra, nuestro hogar.
Por ese México, yo me sumo.

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